Hace un mes, la selva para mi era solo un bosque lleno de árboles, pulmón de nuestro planeta, hogar de millones de especies; un espacio al que me aterraba ir.
Cuando pensaba en ella, a mi cabeza venían toda clase de imágenes de serpientes, pirañas… de un montón de peligros existentes y ficticios.
Hoy, a 16 días de haber estado allí, todavía no encuentro las palabras para describir mi experiencia en ese lugar que me he prometido proteger mientras camine en este planeta. ¿Como definir lo indefinible? ¿Como verbalizar con mi adormecida consciencia espacios e instantes que mi mente intenta racionalizar y afortunadamente no puede, porque si pudiera no les haría justicia, y les robaría toda su sutileza y divinidad.
La selva me dio tanto en un par de días que me niego a la idea de categorizarla o hacer comparaciones para describirla. La magia necesita preservar su misterio para seguir siendo magia.
Así que me limitare por el momento a compartir con el pasar de los días todas las enseñanzas que con tanta bondad y belleza a sembrado en mi corazón.
No se imaginan cuanto hecho de menos estar allá. Creo que una parte de mi se quedo en ese hogar al que todos deberíamos regresar aunque sea una vez en la vida.
Don Jose sabía perfectamente lo que decía cuando al llegar nos enfatizo: «Estos días pasaran muy rápido, pregúntense a que vinieron, trabajen en ello y disfrútenlo, luego lo van a extrañar todo» ¡Cuanta razón tenía maestro!
Toda mi gratitud para usted, la vida y cada uno de mis compañeros del camino 💗
Muchas gracias
Adaísa🌿
Ilustración: Marina Wang